sábado, 15 de febrero de 2014

Punto de quiebre



Según estudios, esta ciudad, Cancún, reporta uno de los más altos índices de suicidios en el país. Esto se debe a la gran cantidad de población flotante, gente que deja sus ciudades, poblados, familias, para venir a trabajar en la industria turística. Se levantan temprano cada mañana, se dirijen a la Zona Hotelera, y ven día a día la buena vida que se da la gente. Lo viven de cerca, pero a través de un cristal. Pueden ver pero no tocar. Y al final de la jornada, regresan a su vivienda en las orillas de la ciudad, a una pequeña habitación triste y silenciosa. Agotados y desesperanzados.
La desesperanza y la soledad son las villanas de la historia. ¿Quién puede seguir viviendo si cree que nada puede mejorar, jamás?

Yo creo que todos tenemos un punto de quiebre. Ese punto donde te darás por vencido y decidirás que es mejor morir.
Hace poco leí un libro de lo más deprimente. Una de las historias de "Diez Mujeres" de Marcela Serrano, narra la vida de una mujer de edad, que en sus años de juventud fue una gran estrella del espectáculo. Pero las malas decisiones y sobre todo la convicción que todos tenemos de jóvenes que tendremos una gran vida asegurada, la llevaron a una triste vejez, sin dinero, sola y enferma, viviendo en un pequeño piso y sufriendo, a veces más por sus achaques, a veces más por sus recuerdos...

Nunca había pensado mucho en la vejez . Digamos que siempre había asumido que tendré una buena vejez, rodeada de comodidad y amor familiar. Pero ¿y si no?
Desde que ese mugroso libro se cruzó en mi camino, no puedo evitar que ronde en mi cabeza con cierta frecuencia la idea de mí, totalmente sola en el mundo, viviendo como "cobijas" debajo de un puente y buscando comida en los basureros.

Y sé que no podría vivir así. Ese es mi punto de quiebre. Creo que mientras tenga gente que me quiera y a quien querer, -familia y/o amigos- puedo torear cualquier eventualidad. Creo. Pero ¿qué pasaría si a nadie, nadie en este mundo le importara yo un sorbete? ¿Qué pasaría si a todos les diera igual si vivo o muero?
Aunque también dicen que nunca sabes que tan fuerte eres hasta que tienes que serlo. Tal vez soy más fuerte de lo que creo. Tal vez si un día vivo debajo de un puente, algo se revelará en mi interior y me hará salir adelante y creer. Y luchar. Y alcanzar una vida mejor.
O tal vez no.

Recuerdo cuando leí un libro que hablaba sobre la falsa estabilidad que nos da un trabajo con un sueldo por ejemplo. Creemos que es más seguro que trabajar por nuestra cuenta y buscar nuestras oportunidades. Como empleado tienes tu dinero asegurado cada quincena. ¿Pero qué tan seguro es en realidad? Mil cosas pueden pasar y te quedas sin ese empleo. Como le sucede a tanta gente todo el tiempo. Y con la familia es igual, la pareja, la salud, los accidentes.
Hoy puede ser tu vida perfecta, y el siguiente segundo todo puede venirse abajo. Y considerando que lo único constante es el cambio, la estabilidad es entonces una auténtica utopía.

Un día estás arriba, al otro día... vives debajo de un puente (sí, lo sé, esto del puente ya suena a obsesión, se los dije).

Siempre que leo las noticias sobre gente que se suicida, me duele pensar en qué es lo que estaban viviendo que los llevó a creer que la vida ya no merecía la pena. Que su dolor era tan insoportable, que ya no pudieron tolerarlo un minuto más. Que creyeron que no había esperanza alguna para ellos.
Y eso siempre me pone triste. Y más triste aún cuando son historias de niños. De adolescentes víctimas de abusos, de humillaciones...


¿Cuál es tu punto de quiebre?

RetoDía5

Arrivederci