domingo, 21 de abril de 2019

No soy un ángel



Después de meses y meses de estar trabajando en el libro, ¡por fin está aquí mi primera novela! Espero que les  guste y sí es así, le den mucho amor 💖


Sinopsis:
Un ardiente encuentro en una fiesta de máscaras. Un secreto revelado. Un desengaño. Traición y venganza.
Valeria Benson, publicista en Nueva York, descubre que el suicidio de su padre fue consecuencia de una mezquina traición. Decidida a cobrar venganza, quedará atrapada en una encrucijada, pues Nolan Davenport, el hombre al que desea destruir, despierta en ella una irresistible atracción.
Nolan es heredero de un imperio publicitario. Joven, atractivo y exitoso, es un hombre enigmático y solitario, con un hecho trágico en su pasado.
Mientras su vida amorosa y familiar se desmorona, Valeria se verá enfrentada a sus propios demonios, y tendrá que descubrir la verdad antes de que sea demasiado tarde.
¿Podrá vivir con las consecuencias de sus propias decisiones? 

No soy un ángel es una historia de romance contemporáneo que se desarrolla en Manhattan, Nueva York.
Es el primer libro de la serie Chicas de ciudad, que constará de tres entregas, cada una autoconclusiva, pero con personajes relacionados.

En la serie las protagonistas son el trío de amigas: Valeria Benson, en No soy un ángel, Andrea Jones, en la segunda entrega, y Brooke Lane, en la tercera.

IMPORTANTE: POR LANZAMIENTO, EL LIBRO ESTARÁ EN PROMOCIÓN.
LUNES 22 Y MARTES 23 DE ABRIL, PUEDES DESCARGARLO GRATIS EN VERSIÓN DIGITAL. 


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viernes, 8 de marzo de 2019

Por qué el Día de la Mujer no es una celebración






Año con año, cada que llega el 8 de marzo y "los festejos" proliferan en los medios de comunicación y en las redes sociales, aparecen las voces de hombres (y de algunas mujeres) quejándose de que por qué no se celebra el Día del Hombre como se celebra el Día de la Mujer. 

Tendrían la razón en su planteamiento, si el Día de la Mujer fuera una celebración, como lo es el Día de San Valentín o el Día de la Madre. Pero el Día de la Mujer no es una celebración. No salimos a las calles a festejar el hecho azaroso de haber nacido con dos cromosomas X. No. Salimos a las calles a protestar por la inequidad de género en que aún vivimos. 
En realidad debería llamarse Día Internacional por los Derechos de la Mujer.



No esperamos que el 8 de marzo nos regalen flores y chocolates como en nuestro cumpleaños, lo que buscamos es que no nos maten, no nos acosen, no nos secuestren, no nos discriminen.
Buscamos que la sociedad y las leyes traten a las mujeres en igualdad de derechos, y no como ciudadanos de segunda. Buscamos sentirnos libres, como los hombres. 



Queremos que la cultura popular deje de retratarnos como objetos para el entretenimiento masculino, y deje de juzgarnos con un doble rasero. Soñamos con tener las mismas oportunidades, y recibir el mismo respeto.

El Día Internacional de la Mujer se conmemora desde 1975, con el fin de hacer un balance de los avances, y recordar el camino que aún falta por recorrer, que por desgracia, todavía es muy largo, y en todos los ámbitos.

Arrivederci

viernes, 15 de septiembre de 2017

Utopías y demonios





La televisión es conocida por ser un medio poco estimulante intelectualmente. Llamada acertadamente "la caja idiota" mucho de su contenido es así, idiota. Decadente. Y si hace uno un análisis de él, como lo hizo Giovanni Sartori en su libro "Homo Videns, la sociedad teledirigida", nos queda muy claro que el objetivo es entretenimiento burdo, que anestesia la mente, que apacigua a las masas, enajenando con distractores tan efectivos como vacíos.

Por eso resulta particularmente fascinante cuando la caja idiota se convierte en la caja inteligente. Al final, la televisión, como el cine, son medios poderosos que pueden ser usados para bien o para mal, para crear o para construir, dependiendo siempre de quién esté detrás de un concepto.

La nueva televisión ha nacido. O tal vez nunca se fue y sólo estaba adormecida por la avalancha de modas que dan ratings pero no aportan nada con sustancia. Como la mayoría de los reality shows, que hasta la fecha siguen teniendo grandes audiencias. 

En esta nueva Edad de Oro de la TV estadounidense, se han creado verdaderas joyas, y de todos los géneros: House, Breaking Bad, House of Cards, Los Soprano, Juego de Tronos. Entre estas joyas sin duda está Mad Men.

Don Draper. El antihéroe. El hombre de luces y demonios. El personaje más complejo, intrigante y atormentado que he visto en una serie en mucho tiempo. No recuerdo ningún show de TV con tanta profundidad, con capas y capas que explorar después de cada capítulo, para entender lo que hay detrás. Porque los dos ejes de la trama son: Lo que se dice (y cómo se dice), y sobre todo, lo que no se dice y queda implícito para ser digerido poco a poco por el televidente.




Es como leer una novela. Y de las buenas. Es íntima y dolorosa. Excitante e intensa.
Tiene momentos sublimes, y tiene otros desgarradores. 
En el apartado de lo que sí se dice, hay diálogos que son BRUTALES. Que te vuelan la cabeza. Que  te sacuden y te dejan deconstruyendo cada parte para digerirlo. 

Además, expande tu mente, en el sentido de que estamos en cierta forma acondicionados al simplismo de lo que ofrece la televisión. Material fácil de digerir. Básico. Y entonces llega esta serie y te das cuenta que leerla de forma superficial como harías con otros programas es un error, porque Mad Men no es como otros programas. Las cosas aquí nunca son lo que parecen ser. Hay que ir más profundo, hay que PENSAR. 

Ya sé, llego muy tarde a la fiesta de Mad Men. El show terminó su última temporada en 2015 y ahora entiendo por qué gano tantos premios en su momento.
Esta serie hizo historia. 

viernes, 1 de septiembre de 2017

Cómo saber si padeces el Síndrome de Estocolmo Godín




La vida de un Godínez es una espiral, una especie de embudo que te succiona lentamente, y cuando menos te das cuenta, ya estás hasta el fondo, en sus profundidades más oscuras, totalmente inconsciente de ello.

Y así, inconsciente de ello, iba yo alegremente por la vida godineando, hasta que algo sucedió y me aventó de sopetón a la realidad: Me fui de vacaciones.

Resultó que el truco para romper la inercia y el Síndrome de Estocolmo Godín, o al menos, darte cuenta de que lo padeces, es salir de la rutina. Un par de semanas lejos de la oficina, del trabajo, del jefe, de las normas y cultura empresarial, me abrió los ojos.

Cuando regresé, ya no me sentía atrapada, sin opciones, sin esperanza de cambio. Al contrario, me sentí empoderada.

Pero vamos por partes, primero lo primero, ¿Cómo saber si padeces el Síndrome de Estocolmo Godín?

Síntomas del Síndrome de Estocolmo Godín


1. Sientes que no tienes mejores opciones laborales

Hay muchas cosas que no te gustan de tu trabajo. Tal vez tengas un jefe insoportable, injusto y abusivo, o tal vez el jefe es buena onda pero el salario es pésimo. O quizás ganas muy bien pero el ambiente de trabajo es desagradable, te deprime y te desgasta. O es probable que tus compañeros sean geniales, pero la carga excesiva de trabajo te tiene estresado y agotado.
Pueden ser muchas razones o una sola, pero el hecho es que sueñas con cambiar de empleo, pero no te atreves a hacerlo porque crees que no hay opciones. ¿Por qué? Porque eso es lo que aprendes en el ambiente tóxico godín.
Seamos sinceros, todos tus compañeros está en el mismo hoyo que tú, a menos claro, que estén muy contentos con su empleo (se dan casos). Pero la mayoría piensa lo mismo que tú, y tienen el mismo miedo, porque si no, ya se hubieran ido a buscar otros horizontes.
Obviamente, si tu círculo social primario son tus compañeros Godínez, es imposible que tengas otra perspectiva. Todos hablan el mismo idioma, y están atrapados en el mismo ciclo laboral: Trabaja mucho, vacaciona poco, gana aún menos, compra una casa del Infonavit, endéudate por 30 años, jubílate con una miseria, y entonces empieza a vivir.

2. Cada que alguien te pregunta por qué no renuncias, encuentras mil justificaciones

No hay trabajo, a tu edad es muy difícil que consigas algo mejor, te sientes agradecido de al menos tener un trabajo con tanto desempleo, más vale malo por conocido que bueno por conocer...la lista es interminable, y también hay que decirlo, tiene mucho de verdad. El desempleo es real, y la falta de oportunidades también. Sin embargo, en el fondo sabes que deberías correr el riesgo y salir a buscar opciones. Pero tienes miedo. 

3. Le buscas el lado bueno a tu situación sí o sí

Pero si no está tan mal. Hay mucha gente en peor situación, con empleos realmente horrorosos o sin empleo alguno, piensas. Llegas a la conclusión de que tu vida godín es aceptable, y que en realidad lo que está mal es que seas un ingrato por estarte quejando todo el tiempo. Así que te regañas a ti mismo, y decides que ese yugo que te asfixia está sólo en tu mente de desadaptado social. Si tantos están tan felices godineando, ¿no deberías hacer lo mismo?

Bueno querido colega godín, si te identificaste con lo planteado en los puntos anteriores, siento decirte que sí, que padeces el Síndrome de Estocolmo Godín
Acepta tu realidad ahora, que ya vienen las soluciones.

Es muy simple. No se trata de los demás. Se trata de ti. Sí, es muy probable que muchos estén contentos, pero cada quien es diferente. Con distintas metas, sueños, y prioridades. Así que mi consejo sería:

  1. Tómate un tiempo lejos. Pide unos días (semanas mejor, para que el desenchufe sea de verdad efectivo), platica con quien más confianza le tengas, y analiza tu situación.
  2. Piensa qué quieres de tu vida en 10 o 20 años. Si tus planes no encajan con lo que es hoy tu realidad, es tiempo de moverse hacia terrenos más verdes.
  3. Retoma tus sueños. Muchas veces, la rutina y las responsabilidades diarias dictan nuestras decisiones, hasta el punto en que olvidamos totalmente nuestros sueños, nuestras metas, la cosas que nos satisfacen, que nos hacen felices. Es cierto que parece que la felicidad es un artículo de lujo, pero creeme, no lo es. Siempre hay maneras de conectar con esa parte, y encontrar un empleo que nos dé algo de felicidad es parte de eso. O al menos, un empleo que no nos haga la vida miserable. 
  4. Ignora lo que opinen los demás. Vivimos en una sociedad obsesionada con un único estilo de vida: Los ascensos corporativos. Debes conseguir un trabajo en una empresa grande e importante y ahí hacer carrera y ascender. Una oficina propia en vez de un cubículo es el sueño de muchos. Y está bien. Pero si no es el tuyo, también está bien. Tal vez amas el mundo corporativo, pero tal vez lo odias. Tal vez preferirías ser músico. O pintor. O chofer. O escritor. O empresario. O chef. No tienes que llenar las expectativas de nadie más. No será fácil, pero al final valdrá la pena. Es tu vida, vívela como tú quieres, que es la única que tienes.
Arrivederci

sábado, 26 de agosto de 2017

Día gris





¿Han sentido a veces que el mundo es sólo un pozo negro de miserias, y que los momentos de felicidad que vivimos provienen de un cierto autoengaño, una negación de la realidad, para evadirnos y que vivir en este retorcido planeta sea más tolerable?
Yo rara vez me siento así, el 99% del tiempo tengo una buena dosis de hormonas de la felicidad activas, así que la tristeza o depresión casi nunca me pegan.
Pero hay días, como hoy, que sin un motivo específico me siento con "la capa caída".
Nada te puede levantar el ánimo, te sientes harto de la rutina, de tu mundo, de tu entorno y hasta de ti mismo, y sólo quisieras desaparecer y desconectarte de todo por días, o semanas, o meses, y no saber nada de nadie, ni de nada.
Y entonces, en esos momentos te pones a analizar tu vida, y todo lo ves a través de ese cristal empañado, y te parece que sólo has perdido el tiempo, que no has hecho nada relevante, que no vas hacia ningún lado, que no estás alcanzando nada, y que al final del camino, te irás de este mundo dejando atrás tan sólo una existencia mediocre, desaprovechada.
"Si no estás subiendo, estás bajando" se repite en tu cabeza hasta que eres plenamente consciente del fiasco que es tu vida.
Y luego recuerdas que ya mero es tu cumpleaños. Otro año más que no hiciste nada. Sí, el tiempo vuela y jamás lo recuperas. Y cuando menos te des cuentas ya se fue otro y otro y tú solo sientes que te haces más viejo, y ni siquiera más sabio.
Y después piensas en el cambio. Y en la muerte, Y en las pérdidas. Y dado que lo único constante es el cambio te angustia pensar que sorpresa desagradable te espera. Qué perdidas vas a tener que enfrentar.

Así que decides por lo pronto evadirte. Evitarás las noticias. Evitarás las realidades.
Construyes tu burbuja y te atrincheras.
Y también decides un cambio de rutina.
Tal vez necesitas reinventarte a ti mismo, y renacer como el Ave Fénix....